Creemos que sería positiva una pequeña reflexión acerca de la utilización del término “democracia directa” como equivalente de Anarquía en lo que respecta a la armonización de intereses y medio para la organización de la vida en sociedad. La razón fundamental es que a nosotres nos parece que desde nuestros Grupos tendríamos que evitar en lo posible la utilización de términos tan ambiguos como éste y que sirven para aumentar la confusión y dar lugar a malas interpretaciones. Con frecuencia observamos como es común en ambientes libertarios la utilización de estos términos (democracia directa y organización anarquista) como sinónimos, cosa que a nosotres nos resulta como mínimo poco acertada.
Lo que viene en llamarse democracia directa supondría, a nuestro entender, la participación del individuo sin intermediaries en la toma de decisiones, ocupándose el misme, y de manera conjunta al resto de la comunidad, de la organización y resolución de los problemas que a ésta le surjan. Hasta aquí no podemos sino estar de acuerdo. El problema surge cuando, avanzando en lo que este término conlleva: “democracia” presupone una forma de tomar y ejecutar decisiones. Democracia es un término de origen griego formada por dos raíces como son “demos” (pueblo) y “cratos” (poder). En este sentido, democracia, o poder del pueblo, por muy directa que ésta sea, no puede ser aplicada en la práctica de la toma colectiva de decisiones, al margen de cualquier imposición. Creemos que esto es así puesto que cualquier forma de Poder lleva siempre consigo la imposición o un mínimo de condiciones que hacen que ésta sea posible. En una sociedad organizada bajo tal “democracia directa”, ¿quién establecería quiénes forman y no parte de ese “pueblo” que ejerce el Poder cuando existiese en la comunidad una divergencia de intereses que no pudiese resolverse por medio de la discusión?, ¿sería entonces “pueblo” quien estuviese en mayoría?, ¿dejarían de considerarse inmediatamente como “pueblo” para no ser nada a quienes integrasen la minoría? Partiendo de nuestra forma de entender el federalismo libertario, a nosotres nos parece que la organización de la vida en sociedad no puede caer en el simplismo del juego de mayorías y minorías, sino tener como base el libre acuerdo y la libre federación entre las personas. Es decir, huir de imposiciones y respetar la libertad tanto de quienes estén en mayoría como de quienes se encuentren en minoría. Es verdad que, puestos en el caso, sería difícil que se llegase a tales extremos de divergencia en los intereses, pero tampoco podemos pasar por alto que ello no se escapa de lo posible. La cuestión estaría en que lo que la mayoría de la asamblea decidiese no pudiese nunca imponerse a quienes estén en minoría, dejándoles a éstes el camino libre para avanzar en otras posturas o simplemente no participar en algo con lo que no están de acuerdo.
Resulta paradójico, pero para nosotres, eso que algunes vienen en llamar “Poder del pueblo” (democracia): no podría ser más que la destrucción de cualquier forma de Poder, que la destrucción del Poder mismo; ya que el “pueblo” no es un ente desvinculado de las personas que lo conforman, sino que son estas personas o individualidades quienes tienen que tener potestad para decidir sobre lo que afecte a sus vidas de manera conjunta con el resto de la comunidad y es esto, la libertad de decisión partiendo de la individualidad, lo que hace posible que las decisiones que afectan a lo colectivo se tomen realmente en libertad. Sería este principio lo que garantizaría que eso dado en llamar “pueblo”, como conjunto de individuos, fuese libre. Esto, en nuestra opinión, no tiene nada que ver con ninguna clase de Poder, sino con el respeto y la armonización de las voluntades e intereses de los individuos que conforman la comunidad.
También se observa la similitud a nivel semántico entre “Democracia” y “Poder obrero”, pues en el contexto posterior a una hipotética Revolución Social que aboliese los privilegios de la burguesía y de sus guardianes, siendo entonces las personas en condiciones de ellos trabajadoras, “Poder obrero” y “Democracia” serían términos equivalentes (si se acabase con la división de clases, poco sentido tendría hablar del Poder de una de ellas). Nosotres ya sabemos lo que esconde tras de sí el “Poder obrero”, que no es más que el vacío ejercicio de fe que sustenta la desviación de la voluntad de las personas en privilegio de una nueva casta o clase dominante a la manera de las burocracias bolcheviques. Y creemos que, si bien eso de la “democracia directa” seguramente no sirve intencionadamente a los intereses de la tiranía de ningún partido o vanguardia revolucionaria, sí que deja los resquicios suficientes para mantener imposiciones y esconder dictaduras apoyadas en la ley del número. Nosotres no luchamos porque sean más o menos les que impongan sus intereses sobre otres; nosotres luchamos contra la imposición misma en todo lo que respecta a la organización colectiva de la vida en sociedad. No podemos confundir el libre acuerdo entre las personas en virtud de sus intereses comunes (y hacer o dejarlo de hacer según y cuando cada cual convenga) con ninguna clase de “Poder popular”. No necesitamos de la existencia de ningún Poder (por muy del pueblo que éste sea) que ratifique lo que nosotres mismes decidamos. Y es que, ante términos tan ambiguos como el de “democracia directa”, parece que estamos hablando más de un mito religioso en el que hay que creer y confiar porque sí, que de lo que sería la práctica palpable y cotidiana de la vida en sociedad. Si luchamos contra la imposición de la voluntad de unes sobre otres y por ser nosotres mismes, todes y cada une, quienes decidamos; ¿de qué sirve darle a esto nombres que no respetan realmente lo que queremos decir? Nosotres no luchamos por el Poder de nada ni de nadie; ni del “pueblo”, ni de la “clase obrera”, ni de les anarquistas; sino que luchamos por organizar libremente nuestras vidas. Si resulta absurdo hablar de Poder anarquista, ¿por qué nosotres mismes utilizamos “democracia” (una palabra que no puede desvincularse nunca de “Poder”) para referirnos a un pueblo organizado partiendo de principios anarquistas o libertarios?
Creemos que esa no es ni mucho menos la manera más acertada para explicar a la gente de manera clara lo que el anarquismo supone, y creemos que daría lugar a la confusión la utilización de otros términos más claros y menos sujetos a una interpretación que a nosotres nos parece equivocada. Esperamos que estas reflexiones abiertas en todo momento a la discusión (pues todes podemos equivocarnos) sirvan para aclarar un poco más nuestras posturas.
Grupo Alma Negra - F.I.J.L. Xixón
Lo que viene en llamarse democracia directa supondría, a nuestro entender, la participación del individuo sin intermediaries en la toma de decisiones, ocupándose el misme, y de manera conjunta al resto de la comunidad, de la organización y resolución de los problemas que a ésta le surjan. Hasta aquí no podemos sino estar de acuerdo. El problema surge cuando, avanzando en lo que este término conlleva: “democracia” presupone una forma de tomar y ejecutar decisiones. Democracia es un término de origen griego formada por dos raíces como son “demos” (pueblo) y “cratos” (poder). En este sentido, democracia, o poder del pueblo, por muy directa que ésta sea, no puede ser aplicada en la práctica de la toma colectiva de decisiones, al margen de cualquier imposición. Creemos que esto es así puesto que cualquier forma de Poder lleva siempre consigo la imposición o un mínimo de condiciones que hacen que ésta sea posible. En una sociedad organizada bajo tal “democracia directa”, ¿quién establecería quiénes forman y no parte de ese “pueblo” que ejerce el Poder cuando existiese en la comunidad una divergencia de intereses que no pudiese resolverse por medio de la discusión?, ¿sería entonces “pueblo” quien estuviese en mayoría?, ¿dejarían de considerarse inmediatamente como “pueblo” para no ser nada a quienes integrasen la minoría? Partiendo de nuestra forma de entender el federalismo libertario, a nosotres nos parece que la organización de la vida en sociedad no puede caer en el simplismo del juego de mayorías y minorías, sino tener como base el libre acuerdo y la libre federación entre las personas. Es decir, huir de imposiciones y respetar la libertad tanto de quienes estén en mayoría como de quienes se encuentren en minoría. Es verdad que, puestos en el caso, sería difícil que se llegase a tales extremos de divergencia en los intereses, pero tampoco podemos pasar por alto que ello no se escapa de lo posible. La cuestión estaría en que lo que la mayoría de la asamblea decidiese no pudiese nunca imponerse a quienes estén en minoría, dejándoles a éstes el camino libre para avanzar en otras posturas o simplemente no participar en algo con lo que no están de acuerdo.
Resulta paradójico, pero para nosotres, eso que algunes vienen en llamar “Poder del pueblo” (democracia): no podría ser más que la destrucción de cualquier forma de Poder, que la destrucción del Poder mismo; ya que el “pueblo” no es un ente desvinculado de las personas que lo conforman, sino que son estas personas o individualidades quienes tienen que tener potestad para decidir sobre lo que afecte a sus vidas de manera conjunta con el resto de la comunidad y es esto, la libertad de decisión partiendo de la individualidad, lo que hace posible que las decisiones que afectan a lo colectivo se tomen realmente en libertad. Sería este principio lo que garantizaría que eso dado en llamar “pueblo”, como conjunto de individuos, fuese libre. Esto, en nuestra opinión, no tiene nada que ver con ninguna clase de Poder, sino con el respeto y la armonización de las voluntades e intereses de los individuos que conforman la comunidad.
También se observa la similitud a nivel semántico entre “Democracia” y “Poder obrero”, pues en el contexto posterior a una hipotética Revolución Social que aboliese los privilegios de la burguesía y de sus guardianes, siendo entonces las personas en condiciones de ellos trabajadoras, “Poder obrero” y “Democracia” serían términos equivalentes (si se acabase con la división de clases, poco sentido tendría hablar del Poder de una de ellas). Nosotres ya sabemos lo que esconde tras de sí el “Poder obrero”, que no es más que el vacío ejercicio de fe que sustenta la desviación de la voluntad de las personas en privilegio de una nueva casta o clase dominante a la manera de las burocracias bolcheviques. Y creemos que, si bien eso de la “democracia directa” seguramente no sirve intencionadamente a los intereses de la tiranía de ningún partido o vanguardia revolucionaria, sí que deja los resquicios suficientes para mantener imposiciones y esconder dictaduras apoyadas en la ley del número. Nosotres no luchamos porque sean más o menos les que impongan sus intereses sobre otres; nosotres luchamos contra la imposición misma en todo lo que respecta a la organización colectiva de la vida en sociedad. No podemos confundir el libre acuerdo entre las personas en virtud de sus intereses comunes (y hacer o dejarlo de hacer según y cuando cada cual convenga) con ninguna clase de “Poder popular”. No necesitamos de la existencia de ningún Poder (por muy del pueblo que éste sea) que ratifique lo que nosotres mismes decidamos. Y es que, ante términos tan ambiguos como el de “democracia directa”, parece que estamos hablando más de un mito religioso en el que hay que creer y confiar porque sí, que de lo que sería la práctica palpable y cotidiana de la vida en sociedad. Si luchamos contra la imposición de la voluntad de unes sobre otres y por ser nosotres mismes, todes y cada une, quienes decidamos; ¿de qué sirve darle a esto nombres que no respetan realmente lo que queremos decir? Nosotres no luchamos por el Poder de nada ni de nadie; ni del “pueblo”, ni de la “clase obrera”, ni de les anarquistas; sino que luchamos por organizar libremente nuestras vidas. Si resulta absurdo hablar de Poder anarquista, ¿por qué nosotres mismes utilizamos “democracia” (una palabra que no puede desvincularse nunca de “Poder”) para referirnos a un pueblo organizado partiendo de principios anarquistas o libertarios?
Creemos que esa no es ni mucho menos la manera más acertada para explicar a la gente de manera clara lo que el anarquismo supone, y creemos que daría lugar a la confusión la utilización de otros términos más claros y menos sujetos a una interpretación que a nosotres nos parece equivocada. Esperamos que estas reflexiones abiertas en todo momento a la discusión (pues todes podemos equivocarnos) sirvan para aclarar un poco más nuestras posturas.
Grupo Alma Negra - F.I.J.L. Xixón
Publicado en: “Jake Libertario”, nº 17
Encontrado en: Germinal Libertario (F.I.J.A. León)
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