martes, 30 de junio de 2009

Comunicado de refundación del FUSOA

El Fondu de Solidaridá Obrera d'Asturies (F.U.S.O.A.) creóse nel entamu de los años setenta, por persones d’estremada ideoloxía dientru la izquierda embaxu unes condiciones mui distintes a les d’anguañu y por mor al xorrecer de les lluches y griesques obreres, con una represión durísima.

L'altu gráu de participación fizo que la iniciativa tuviere esitu abondo como se comprobó nel sofitu que recibieron güelguistes, represaliaes y preses que s'enfrentaben y lluchaben escontra'l capital.

Güei vese necesariu de nueves ponelu a furrular delantre l'esfarraplamientu y crisis del movimiento obreru y la so debilidá frente al más mínimu ataque por parte'l poder.

El FUSOA arriendes de les caxes que sigún los casos formábense en momentos concretos de conflicto llaboral, propón un furrulamientu permanente na recoxía de fondos y la so acumulación en dómines de 'aposentamientu' llaboral y social, con vistes a lluches nel futuru.

Esti sofitu nun se llindará namái qu'al ámbitu económicu, y ampliaranse al másimu les posibilidades de sofitu en común y n'andecha. Enxamás sedrá un subsidiu, sinon una contribución empobiná a toles persones o colletivos que, por la so llucha, seya represaliáu dientru o non del marcu llaboral y sufra les consecuencies enforma represives coles que nos regala’l sistema.

La solidaridá, resistencia, conciencia de llucha son valores que parecen arrequexaos a un lloñe pasáu y qu'atopen güei munches torgues pal so resurdimientu. Por embargu, son valores imprescindibles nes circunstancies sociales y llaborales d'anguañu, ya que na sociedá d'agora la conflictividad va más allá del espaciu esclusivu de les relaciones de trabayu, delantre l'apaición de lluches sociales que tamién cuestionen el sistema capitalista y sobre les que cai la más cruda represión (insumisos, ocupes, xóvenes marxinaes del mundiu llaboral..).

El FUSOA tien d'ampliar la so actuación solidaria a toa aquella persona que lluche polos mesmos enfotos que los de la clase obrera, aunque estén fuera de les empreses.

Baltiar esta dixebra que'l capital quier imponer a los y les trabayaores ye una xera que'l FUSOA tamién tien d'entamar.

Los conflictos llaborales caberos amuesen que la capacidá de resistencia de les obreres va xuncía dafechu a los recursos de sobrevivencia que xeneren éstes trabayaores y que sofiten nun solo el día a día de cada persona, sinon tamién a afalagar la llucha.

La necesidá esiste.

Collabora col FUSOA.

Espande la idega.

[Verano de 1998]

Encontrado en: El Cielu por Asaltu

sábado, 20 de junio de 2009

Higinio Carrocera Mortera

Nació en el mes de enero de 1908 en el pueblo de Barros, del concejo de Langreo (Asturias). Hijo de un matrimonio obrero, con algunas propiedades de labrantío, como casi todas las familias del pueblo. Estas propiedades, trabajadas durante las horas libres, y en cuyas labores intervenía toda la familia, les permitía un medio de vida más desahogado, siendo por tanto entre la clase obrera del pueblo, de los que mejor podían desenvolverse. Transcurrió, pues su infancia alternado las faenas agrícolas con su asistencia a la escuela primaria del pueblo. Más tarde, ingresó en otra de La Felguera, de igual categoría.

Cumplidos los trece años, falleció su padre. Al faltar éste, y siendo cinco hermanos – él era el segundo-, la familia no tuvo más remedio que pensar en allegar recursos con que atender al sostenimiento del hogar. Con la intervención de un vecino y amigo de la casa, Higinio comenzó a trabajar en los talleres de laminación de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, en cuya plantilla figuró hasta la declaración de la Guerra Civil española. Para entrar a trabajar, debido a no tener la edad reglamentaria, se inscribió con la documentación de su hermano mayor, a quien reclamaba desde América una familia allá afincada.

Su carácter rebelde, pero justo, se manifestó en él desde la más tierna infancia, pues cuando entendía que injustamente un chico mayor trataba de atropellar a otro más débil, decidido e incondicionalmente se ponía al lado de éste, sin tener en cuanta para nada la edad o la corpulencia del avasallador. No obstante, siempre se mostró tolerante y humano con cualquiera, pero principalmente con el vencido. Mientras vivió y ya desde que en su cerebro comenzaron a germinar las ideas por las que luchó y murió, jamás se mofó de los que sostenían otras creencias o sustentaban otras ideas, sino que procuró, en toda ocasión, convencerlos con razones y hechos (…)

Cuando el día 12 de diciembre de 1930 los capitanes Galán y García Hernández se sublevaron en Jaca, sostuvo diversos tiroteos, junto a otros militantes de La Felguera, con la Guardia Civil de Sama de Langreo. Debido a esta participación armada contra las fuerzas llamadas del orden al servicio de una monarquía corrupta y decadente, Higinio Carrocera Mortera sufrió su primera persecución. Este hecho fue, pudiéramos decir, su bautismo de fuego y su bautismo represivo, ya que desde entonces, hasta su asesinato, participó en cuantas huelgas revolucionarias hubo en La Felguera, cuenca del Nalón y resto de Asturias, sufriendo persecuciones y encarcelamiento no pocas veces (…)

Participó en la revolución de octubre de modo activo y exponiendo cuanto había que exponer. Desde los primeros momentos se puso al frente de los grupos que tomaron al asalto los cuarteles de la guardia Civil de La Felguera y Sama, cuartel de Carabineros de Oviedo y Fábrica de Armas, y en los ataques a otros reductos de la capital asturiana, retirándose a las montañas satures cuando se impuso la capitulación, capitulación necesaria por ser esta la única provincia que se levantó con todas las de la ley contra el despotismo y la reacción que iban preparando el terreno para el levantamiento fascista del año 1936.

Detenido en Zaragoza en noviembre de 1935, fue traído a la prisión de Gijón, procesándole bajo la acusación de fomentar y ser líder de la revolución. En febrero de 1936, y sin llegar a ser juzgado, consiguió la libertad en virtud del triunfo electoral de las fracciones políticas de izquierda. Y como dijimos anteriormente, antes de que el gobierno legítimo de España se dirigiera a los trabajadores en demanda de ayuda para defender su legitimidad en contra de las pretensiones fascistas, ya él, junto con otros muchos militantes y afiliados de La Felguera, estaba dispuesto a lanzarse contra las mencionadas hordas que se levantaban por todos los rincones de España y posesiones españolas de África. Desde ese momento ya no hubo reposo en él.

Durante el tiempo que duró la Guerra Civil en Asturias, salvo en dos ocasiones en que se vio obligado a hospitalizarse, aunque por fortuna sus heridas no fueron de gravedad, trajo en continuo jaque al enemigo, atacando o defendiendo, según aconsejaran las circunstancia. En la rendición de los cuarteles de la Guardia Civil de La Felguera y cuarteles militares de Zapadores y Simancas, de Gijón; en los frentes de las montañas de Pravia, Cornellana, La Espina, Monte de Los Pinos, Mazuco, etc, donde estuvo al frente de sus grupos o sus batallones dejó constancia de su valor, de su coraje, de su capacidad guerrera y se sus dotes de conductor de masas. Jamás entre sus voluntarios hubo discrepancias ni protestas, pues por su dinamismo, por su comprensión y por su ejemplar conducta, animaba al más rezagado y aumentaba el valor de los más valientes. Si las botas de cualquiera de sus hombres estaban deterioradas y no había repuesto, rápidamente se descalzaba las suyas y se las entregaba. Si a otro le faltaba la guerrera, la cazadora o cualquier otra prenda, Carrocera era el primero en poner la suya a disposición del necesitado ¿Quién, pues, podía tener fuerza moral para rechazar cualquier consejo suyo? Su nombre muchas veces citado en los partes de guerra y en la prensa, jamás será olvidado ¡Cuántos le han visto llorar de rabia o impotencia al retirarse de una posición obligado por la abrumadora superioridad numérica y de armas del enemigo! ¡Con cuánto denuedo y desprecio a su propia vida defendió siempre el terreno conquistado! (…)

Mallecina

En Mallecina, el enemigo hostilizaba la carretera, los sembrados, todo lo que abarcaba el ángulo de tiro de sus ametralladoras. Desalojarlo de sus posiciones era difícil y peligroso, suicida en grado sumo. Más allí surgió de nuevo Carrocera con su grupo de voluntarios. Subidos en un autocar, con el cigarrillo en los labios y los cartuchos de dinamita preparados (las bombas en aquel tiempo eran artículos de lujo), arrancó el vehículo a toda velocidad carretera adelante. Las huestes enemigas, sorprendidas quizá por la temeraria acción, o acaso admiradas de cómo aquel puñado de hombres, con Carrocera al frente de ellos, se jugaba la vida tan audazmente, abandonaron sus posiciones a marchas forzadas.

Mazucu

Durante tres días, el Mazuco estuvo sometido al más intenso fuego. Barcos de guerra, aviación, artillería de corto y de largo alcance, dirigían su mortífera carga hacia la posición defendida por la brigada de Carrocera. Las bajas se multiplicaban. Escaseaban las municiones. El suministro se hacía difícil, casi imposible. La palabra abandono corría de boca en boca. Pero Carrocera estaba allí, junto a sus hombre, compartiendo con ellos el peligro, siendo uno más en la lucha activa, yendo de un lado para otro, animando al pusilánime, atendiendo al herido, diciendo a todos que la noche se aproximaba, y como durante ella los ataques enemigos no eran tan crudos ni sanguinarios, ¡quién sabe si al día siguiente…!¡Pobre Carrocera: confiaba, como confiábamos todos en aquel tiempo, en el Comité de la No Intervención, en las democracias, en la cuna del proletariado, encantos factores que sólo nos sirvieron para ser carne de cañón, para explotarnos a cambio de armas antigas, para convertirnos en cobayos de sus conveniencias…!

Tres veces, una cada día, el enemigo, cantando el “Cara al Sol” y creyendo que la metralla había dejado expedito el camino, avanzó monte arriba. Y otras tantas Carrocera puso de manifiesto su arrojo, su temeraria valentía. Cuando las fuerzas fascistas menos los esperaban, salían Carrocera y sus hombres de las trincheras y, lanzándose monte abajo a pecho descubierto, arrojando cada uno lo que podía: piedras, cajas bacías de municiones, todo menos balas, porque éstas había que reservarlas, hacían huir a las tropas enemigas. Hasta que llegó lo inevitable. Ni un momento más se podía resistir aquel martilleo incesante de la artillería, de la aviación, de la marina fascista internacional…

Carrocera se dispuso entonces a evacuar las posiciones que con tanto ardor y valentía había defendido su brigada. Pero hasta que el último de sus soldados no abandonó el puesto que con tanto arrojo había defendido, no inició su propia retirada. Después…, la condecoración más alta que podía recibir, porque se la dieron los mismos que con él habían efectuado tan epopéyica resistencia: Héroe del Mazuco.

Contaba de diez a doce años cuando cierto día, yendo en dirección al colegio de La Felguera junto con otros escolares de su edad, oyó lastimeros quejidos y unos insultos que algunas mujeres proferían contra el propietario de una pomarada cercana a la carretera general y lindante con el río. Cundían, a la sazón con muy poco agua por ser época estival.
Enterado de que los ayes eran lanzados por un niño de ocho o nueve años, debido a que el dueño de la citada pomarada lo había lanzado a unos matorrales de ortigas completamente desnudo, por haberlo sorprendido cogiendo unas manzanas, no titubeó ni un instante y, con la decisión que años más tarde le dieron la fama y nombrandía, se puso al frente de cuatro o cinco de sus acompañantes que se prestaron a secundar el plan brevemente expuesto. Vadearon el casi seco río provistos de unas estacas arrancadas en otra finca próxima y arremetiendo contra el salvaje propietario y un fiero perro de éste, obligaron a las dos fieras a retroceder y a refugiarse en una choza sita en la pomarada, donde los encerraron, no sin antes darles una más que fenomenal paliza, procediendo a renglón seguido a rescatar a la víctima de tan inconcebible salvajada de las ortigas que dejaron su cuerpecillo cubierto por una sola ampolla.

Este acto de valentía y de auténticos sentimientos humanitarios, impropio y poco corriente de seres de tan corta edad, fue comentado elogiosamente por el pueblo entero ¡Hasta la Guardia Civil, a la que el criminal propietario acudió para presentar la oportuna denuncia por las contusiones recibidas, tuvo frases de simpatía para Carrocera y sus amigos!

Cierta noche de invierno en que la lluvia y el frío eran insoportables, se presentó en su casa sin chaqueta ni zapatos. Preguntado por sus familiares dónde había dejado aquellas prendas tan necesarias, contestó que acababa de dárselas a un desarrapado que se había cruzado en su camino. Y se acostó tranquilo, mientras sus deudos movían la cabeza y llevaban los dedos a las sienes como diciendo que estaba loco (…)

Carrocera fue de los últimos en embarcar, y más que embarcar diríamos que lo obligaron a ello, pues al no haber sitio para todos, se negaba tozudamente a poner los pies en el “Llodio”demostrando con su actitud, una vez más, que si era el primero ente el peligro, sabía ser el último ante la problemática salvación que ofrecía la huida en los barcos no preparados para ella, aparte de la vigilancia que ejercían sobre la costa navíos de la marina fascista. Más reconociendo cuantos lo conocían y eran todos los que se encontraban en el “Llodio”, que Carrocera había muy pocos, lo metieron a la fuerza en el buque, deseando con todo anhelo que pudiera arribar a feliz puerto.

El barco de carga donde embarcó –ya dijimos que el “Llodio”- fue capturado el día 21 de octubre de 1937 por los navíos de guerra que en aquellos momentos infestaban el Cantábrico (…) Conducidos al Ferrol y de allí a Coruña, lo desembarcaron en Muros de Noya, bahía de Corcubión, el día 4 de noviembre de 1937 y lo internaron en el campo de concentración de “Romaní” (…) El 28 de diciembre de aquel año, y en unión de otros compañeros, fue trasladado al campo de Vieta, en el otro extremo de la playa de dicha bahía de Corcubión. Al día siguiente de su traslado fue requerido por su nombre supuesto e invitado por el capitán del campo a que diera su verdadero nombre cosa que hizo al comprender que estaba descubierto. Más antes de dar en consabido paso al frente, el compañero Trom, de Gijón, intentó convencerlo para suplantarlo y ver si mientras se descubría la superchería podía fugarse. Pero Carrocera, con su característica entereza y serenidad, se negó rotundamente con estas palabras:

- No, no puedo consentir que nadie corra riesgos por eludir yo mi responsabilidad revolucionaria.
El capitán del campo en cuestión, y en honor a la justicia, se portó con Carrocera como un auténtico caballero, oponiéndose a entregarlo a tres chequistas que, al enterarse de su estancia en el campo, se presentaron en el mismo con el propósito de hacerse cargo del prisionero sin autorización de ninguna clase (…)

Cárcel de Oviedo

Excepto los doce o quince días que permaneció castigado en “La Leona” y mientras no lo ejecutaron, lo tuvieron rigurosamente incomunicado en la celda 13 de la segunda galería.

A mediados de abril, y a puertas cerradas, fue juzgado y condenado a la última pena en unión de otros catorce compañeros (…) La farsa duró dos horas. Dos horas en que el fiscal, apodado ya “la ametralladora”, se despachó a su gusto e hizo gala de una oratoria ajena por completo a cualquier término y conocimientos jurídicos. Entre otras acusaciones, le formularon la de haber hecho labor de retaguardia con toda su secuela de actuaciones vandálicas, etc, a lo que Carrocera, con aplomo y gallardía contestó que él no había nacido para la retaguardia, sino para los frentes de batalla, ofreciendo siempre, siempre, su corazón a las balas y el holocausto a la libertad y a la justicia.

<> (…)

Reincorporado a la celda número 13, estuvo en ella hasta el día 8 de mayo de 1938, fecha en la que, en unión de otros 259 antifascistas, fue asesinado y enterrado en la gran hoyanca llena de cal. El citado 8 de mayo se acabó la vida del joven (treinta y ocho años cumplidos) luchador extraordinario y noble Higinio Carrocera Mortera (…)

Al ser sacado de la prisión con rumbo al cementerio, pretendió animar con frases de aliento a los que quedaban; pero las fuerzas encargadas de la escolta y del fusilamiento, hundiendo sus machetes una y otra vez en las carnes de Carrocera, le produjeron diversas heridas. Manando sangre, llegó hasta la misma hoyanca. Solamente le faltaba la corona de espinas para semejar a Cristo, en nombre del cual la España franco-falangista robaba, asesinaba, violaba (…)

Otra circunstancia que así mismo hemos de mencionar era la costumbre de arrancar a los fusilados las dentaduras de oro. Carrocera, que tenía unas diez o doce piezas macizas y fijas de oro, sabedor de esa clase de rapiña, las arrancó con el mango de una cuchara y con ellas otra pieza natural que por su fijeza a las otras no pudo dejarla, siendo imaginable el sufrimiento que esta acción le reportó; más todo debió soportarlo con su inigualable estoicismo antes que el enemigo dispusiera de algo suyo con que pudieran contribuir al fortalecimiento económico de una causa injusta.

"Vida y muerte", biografía sobre Higinio Carrocera Mortera editada por el Subomité Regional de la CNT en Julio de 1960.
Encontrado en: Alasbarricadas.org

domingo, 7 de junio de 2009

Trabajar ¿cansa o quema? ¿Necesito psicólogo o Comité de Empresa?

Guillermo Rendueles *

Un fantasma recorre el mundo: mata en las fábricas japonesas bajo nombres exóticos, invalida ejecutivos en América, y afecta a uno de cada cuatro trabajadores en la rica Europa. Los expertos lo llaman burnout o lo castellanizan como “queme laboral” y parece constituir una epidemia que médicos, expertos y sindicalistas tratan de atajar.

No se sabe cómo ha sido, pero al parecer multitud de trabajadores expresa su sufrimiento, no como resultado de sus condiciones reales de trabajo (precariedad, sobreexplotación, horarios alargados por el transporte), sino afirmando que su jefe y sus compañeros le persiguen y agobian.
En el inicio de la industrialización, producir proletarios no fue tarea sencilla. Las multitudes que, empujadas por el hambre, abandonaban el campo para trabajar en la fábrica, vivieron ese cambio de vida con horror. Percibían los talleres como cárceles y las viviendas obreras como ergástulas [prisiones de esclavos]. Transformar la vida –aquello que fluía en el trabajo campesino ligado a los ciclos de la naturaleza- en tiempo de trabajo y venderlo como mercancía causaba tal vivencia de desgracia obrera que el suicidio se unía como causa de muerte habitual a la de las enfermedades de la miseria urbana.

“Me cago en los capataces, accionistas y esquiroles” es el estribillo de una conocida canción minera que expresa el odio espontaneo hacia los de arriba que esa situación creaba. “Clases peligrosas” era el nombre con la que la burguesía caracterizaba al sujeto del “resentimiento proletario”. El mundo obrero era en sus fantasías una población ajena a lo civilizado.

Los ilustrados españoles de principios del siglo XX (incluida la intelectualidad del PSOE) completan esa peligrosidad con la descripción del trabajador como un sujeto ocioso que cuando cobra su salario no vuelve al tajo mientras le dure el dinero para sus vicios tabernarios. Las obreras -según esa visión- son mujeres reticentes al matrimonio o el familiarismo y siempre a un paso de la prostitución. Niños golfos que evitaban la escuela redondean esa apocalíptica percepción de un pueblo que con el menor pretexto y de forma imprevisible se amotinaba y quemaba fábricas, iglesias y cuarteles.

El higienismo médico-social fue la respuesta que las fracciones burguesas más ilustradas y reformistas diseñaron para civilizar esas poblaciones ociosas y peligrosas transformándolas en agregados de individuos que pensasen como se debe, es decir como quieren los de arriba. Poblados de casas baratas, cajas de jubilación obreras, seguros médicos, fueron las reformas que permitieron ofrecer una vida esperanzada a los que hasta entonces no tenían nada que perder.

Impartidas por socialistas de cátedra, conferencias contra la taberna, enseñanzas a las mujeres sobre la economía del hogar obrero o la crianza sana eran habituales en las Casas del Pueblo durante los años 30. Estructurar familias en aquella población tan alérgica al matrimonio fue el primer éxito del higienismo a pesar de las respuestas comunistas o libertarias que hacían gritar a Ibarruri “hijos sí, maridos no”, o a Montseny a llamar a la huelga de úteros. Escuelas con pupitres individualizados ofrecían también un futuro de ascenso social a los niños obreros más hacendosos. Esquiroles y sindicatos amarillos hacían el resto.

La sumisión y el destrozo de carácter que el trabajo industrial produce más allá de la fatiga es descrita con inusitada lucidez por Simone Weil: “Cuando salía de trabajar en la Renault estaba tan hundida que si alguien bien vestido me mandase levantarme de mi asiento hubiese obedecido y si me abofetease no habría protestado …Tras 8 horas de taller sólo podía leer el Elle que me era más toxico que la cocaína”.

Hoy aprender a trabajar exige aceptar la identidad de precario en una economía globalizada. Estar dispuesto a dejar la casa, el pueblo, los amigos para ir donde el marcado mande. Saber que el contrato no durará mas allá de unos meses por lo que todas las relaciones de compañerismo serán transitorias. La propia personalidad del trabajador debe estar disponible para reciclarse y olvidar habilidades.

El mundo del trabajo es hoy el reino de lo efímero. Las viejas solidaridades que sustentaban la lucha obrera necesitaban tiempo y tradiciones para consolidar confianza mutua que sólo el trabajo estable permite. Para luchar se necesita fijar un espacio de la batalla. El nuevo capitalismo ha aprendido a no enfrentar ninguna batalla y si presiente conflicto cierra la empresa, huye y liquida la relación laboral. Con la globalización la retirada-huida de capitales resulta la táctica más eficaz del empresario para doblegar cualquier resistencia obrera.

El trabajo se reduce entonces a un contrato individual entre el trabajador y la empresa. De ahí que la realidad subjetiva de un Nosotros (la clase obrera) no es evidente, ni logra fundar ninguna identidad distinta del Yo. Individuación y egoísmo son la única brújula para orientarse en la empresa, lo que conduce a la soledad, la suspicacia y la interpretación querulante de su malvivir. Ya no son las relaciones de trabajo lo que genera mi sufrimiento, sino tal o cual jefe concreto que no busca la productividad y por tanto mi explotación, sino mi sufrimiento.

Esas vivencias del quemado proceden de una insolidaridad previa cuando se cegó a la memoria colectiva, se desinteresó de los convenios colectivos, practicando el cinismo -yo a lo mío- cuando se maltrató a otros. Por eso la indefensión del trabajador individualizado caído en desgracia es tan patética: si nunca confió en los compañeros, mucho menos puede hacerlo ahora.

El trabajador quemado no tiene otra salida que etiquetar su sufrimiento laboral de enfermedad. El médico de familia o el psiquiatra de turno le recomendará una baja y unas pastillas adormideras que tras un corto alivio por alejarse del lugar de tormento, le dejarán aún más indefenso en su empresa al ser etiquetado de vago-simulador.

“¡Ay jubílame! ¡Ay, por tu madre, jubílame!” Esa copla de Carlos Cano parece ser el único futuro perfecto para el quemado. Pero la verdad es que no sólo para él. Jubilarse es el deseo central que preside los sueños colectivos del trabajador postmoderno.

Antaño ser un virtuoso del torno o la soldadura proporcionaba un prestigio que trascendía los muros de la fábrica y dotaba al maestro de taller de un carisma en el barrio hoy desconocido. La vieja comunidad del barrio está subsumida en el intimismo del pisito, el anonimato y el nomadeo de fin de semana. De ahí que el rentista -el que recibe dinero sin esfuerzo- emerja como el ideal del obrero precario.

Obreros que, faltos de cualquier vínculo no dinerario con sus tareas, viven el trabajo como secuestro del gozo que sueñan existe en la vida ociosa. Ulises puede ser entonces su maestro moral. Alguien que, ducho en trampas, no duda en transformarse en Nadie o traicionar y sacrificar a sus compañeros de odisea con tal de llegar a la tranquila vejez en Ítaca.

En unas recientes luchas del sector naval asturiano, trabajadores que vieron amenazada su prejubilación no dudaron en consentir el despido de la plantilla joven en la que figuraban algunos de sus hijos. Quizás los horrores de no saber qué hacer con el tiempo vacío de la jubilación, cuando el hastío de andar en bicicleta, de perfeccionar el arte de la chapuza o de alargar las partidas de cartas y las copas de mañana y tarde, les haga añorar las viejas identidades del trabajo, el barrio y el sindicato.

Ojalá la tristeza de contemplar ese futuro probable despierte en los jóvenes obreros las energías utópicas para transformar el trabajo y la vida en espacios por donde transitar sin los agobios del tiempo vendido como trabajo o el reclamo de un retiro que es sólo un esperar adormecido de la muerte.

* Guillermo Rendueles es psiquiatra; vive y trabaja en Gijón.

Publicado en: Corriente Alterna 51. Octubre 2007

viernes, 5 de junio de 2009

Texto de Boni Ortiz contra el desalojo del CSOA La ReFLEXón

Texto leído por Boni Ortiz en la rueda de prensa del Jueves 4 de Junio contra el desalojo del CSOA La ReFLEXón:

"Hola a todos y todas.

Yo vengo hoy aquí a darle las gracias a los amigos y amigas que okuparon, organizaron y mantuvieron durante casi un año abierta y en funcionamiento, la Reflexión.

También vengo a disculparme por la falta de implicación que algunos hemos tenido. Durante casi un año, pasar por aquí media docena de veces, ni siquiera es suficiente para lavarnos la conciencia.

Vengo a daros las gracias, por la luz con la que habéis iluminado Gijón durante casi un año. Gracias, porque a veces el Poder nos nubla la vista; nos atontan con cuentos, nos embauca de mil maneras. El Poder, el Estado, los que mandan en este Mundo tienen oficio, saben hacer las cosas y nos lían: "que si mira como corre este coche", "que si mira que amplio este salón del piso", ... ellos sí que nos dan aquel famoso "carambelín dograu" que se decía daban los camellos en los colegios, para hacer proselitismo... Y atontaos perdidos, nos inflamos de currar, de echar horas para pagar el coche, el piso y su amplio salón que, luego, vamos llenando de "cosos" inservibles y estúpidos a los que, día tras día, nos vamos pareciendo más.

Nuestras casas familiares, nuestras vidas, sin que nos demos cuenta, van siendo invadidas, "okupadas" por la mierda que adquirimos en El Corte Ingles, en el "Lidel" o en "Los Chinos", qué más da: de lo que se trata es de llenarlas de cosas que compramos y de las que usamos unas pocas.

Que bien estaría que una Jueza, también del Juzgado de Instrucción nº 4, o del 1, del 7, o del 10, viniese a limpiarlas, a barrerlas, a desalojarlas... Y ya puestos, sería estupendo que desalojasen de nuestras ciudades a los especuladores, a los banqueros, a los empresarios: a todos esos usureros que no se paran ante nada, ni nadie, cuando ven bajar sus tasas de beneficios.

Pareciera un milagro el que algunos de nosotros, una noche nos acostemos "socialdemócratas" y nos levantemos "anticapitalistas". Pero no. No hay milagro. Es la Okupación lo que lo produce: Los prejubilados okupando Naval Gijón; los parados en Murcia, los metalúrgicos de Vigo, okupando la ciudad; vosotros aquí.

Gracias por mostrarnos el camino de la okupación. Podría decirse: CONTRA LA CRISIS, CONTRA EL CAPITALISMO: OKUPACIÓN. Debemos okupar la calle con la protesta, debemos okupar la fabrica en la que se plantea un ERE; okupar el taller en el que se va despedir al compañero; hay que okupar las oficinas de las multinacionales que deslocalizan, que despiden y regulan, para mantener los beneficios; hay que okupar los barrios con el apoyo mutuo y la solidaridad con los que peor lo están pasando; habrá que okupar locales para montar comedores o economatos populares con víveres expropiados;... también tendremos que okupar el aire con buenos humos, buen rollo y con fiesta; .. HAY QUE OKUPARLO TODO. Coordinar las resistencias. Organizar la revuelta.

De la misma manera que aquí desde hace 11 meses: cambiando suciedad por limpieza; maleza por flores; escombros por teatro; ruina por poesía; los cartones por la música y las jeringuillas por canciones; transformar las paredes desconchadas y la pintura podrida con grafitis y color. Hacer lo que hicisteis vosotras y vosotros: donde se enseñoreaba la Nada, poner Vida, Resistencia y Acción Autoorganizada.

Como decía Buenaventura Durruti: "Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”.

Queridas compañeras. Queridos compañeros:

UN DESALOJO, OTRA OKUPACIÓN

Boni Ortiz

lunes, 1 de junio de 2009

Pretenden desaloxar el CSOA La ReFLEXón

‘Somos los trasgos que habiten les cases abandonaes, la propiedá privada ye
un robu, lo de nueso.. arte de maxa’.


Nel autu remitíu güei pol Xulgáu d’Instrucción Nº4 de Xixón a un solidariu, identificáu nuna de les razzies llevaes a cabo pola Policía Nacional, la xueza afita les 12 hores del vienres, 5 de Xunu, como plazu llímite pa proceder al desaloxu “voluntariu o forzosu”. Lo fae escudándose en que’l Códigu Penal protexe el ‘gocie y esfrute’(sic) de la propiedá, aún tando ésta nun claru estáu d’abandonu, estremu que ye negáu pol propietariu, Construcciones Llorente, S.L.

‘El fechizu tá en facelo too coles tus propies manes, convirtiendo cuatro
muries n’espacios lliberaos’
Dende l’asamblea del CSOA La ReFLEXón entrugámonos qué gocie y qué esfrute puede esistir nun espaciu abandonáu, onde les goteres, la suciedá, la vexetación y la fauna yéren los auténticos dueños de lo que nel su día foi una fábrica de colchones. Ésta foi zarrada trés d’un ERE fae más de 10 años, abriendo la posibilidá a Construcciones Llorente d’especular col terrenu, manteniendo l’edificiu vacíu a la espera d’una recalificación que ensin dulda-yos xenerará xugosos ingresos. La nuesa presencia molesta a éstos vampiros del trabayu ayenu que aspiren a hipotecar la vida de les persones pa siguir acumulando euros na su cuenta corriente, una noble causa que ye defendía con enfotu pola Xusticia y la Policía.

“Una casa okupada ye una casa encantada, cuando haiga un desaloxu, apaecemos
n’otra”
Por ello, convocámosvos el xueves, 4 de Xunu, a les 18.00h, en La ReFLEXón, no que sedrá una rueda de prensa pública siguía d’una fiesta solidaria y combativa.

[cast]

Pretenden desalojar el CSOA La ReFLEXón


‘Somos los duendes que habitan las casas abandonadas, la propiedad privada
es un robo, lo nuestro.. arte de magia’.
En el auto remitido hoy por el Juzgado de Instrucción Nº4 de Xixón a un solidario, identificado en una de las razzias llevadas a cabo por la Policía Nacional, la jueza fija las 12 horas del próximo vienres, 5 de Xunu, como plazo límite para proceder al desalojo “voluntario o forzoso”. Lo hace escudándose en que el Código Penal protege el “goce y disfrute” (sic) de la propiedad, aún hallándose ésta en un claro estado de abandono, extremo que es negado por el propietario, Construcciones LLorente, S.L.

‘El hechizo está en hacerlo todo con tus propias manos, convirtiendo cuatro
muros en espacios liberados’

Desde la asamblea del CSOA La ReFLEXón nos preguntamos que goce y disfrute puede existiren un espacio abandonado, donde las goteras, la suciedad, la vegetación y la fauna eran los auténticos dueños de lo que en su día fue una fábrica de colchones. Ésta fue cerrada tras un ERE hace más de 10 años, abriendo la posibilidad a Construcciones LLorente de especular con el terreno, manteniendo el edificio vacío a la espera de una recalificación que sin duda les generará jugosos ingresos. Nuestra presencia molesta a éstos vampiros del trabajo ajeno que aspiran a hipotecar la vida de las personas para seguir acumulando euros en su cuenta corriente, una noble causa que es defendida con ahínco por la Justicia y la Policía.

‘Una casa okupada es una casa encantada, cuando haya un desalojo,
aparecemos
en otra’

Por ello, os convocamos el jueves, 4 de Xunu, a les 18.00h, en la ReFLEXón, en lo que será una rueda de prensa pública seguida de una fiesta solidaria y combativa.

Si la ReFLEXón ye un delitu, ¡puxa la delincuencia!.

¡Que florezan n’Asturies diez, cien, mil centros sociales espropiados al mesmu Capital que roba les nueses vides!.

¡Nun vais a ser quién pa con nos!

CSOA La ReFLEXón

El CSOA La ReFLEXón denuncia la muerte de 13 menores


Sofitando a los diversos movimientos sociales que tán manteniendo una dura llucha, denunciando les tortures, abusos, tropelíes y suicidios nos Centros de Menores Cerraos, la inmensa mayoría privatizaos, colocáronse 13 ataudes na fachada’l CSOA La ReFLEXón, representando ca ún a un menor muertu nes manes del Estáu y el Capital.Encamentamos a toles persones coscientes de la realidá del su entornu a averase pol CSOA, pa siguir el trabayu de denuncia social, creación d’espacios y momentos lliberaos y espropiaos a la lóxica dominante y sofitu a les diverses lluches que’l Pueblu tá manteniendo.Pa más información rellacionada col tema, acuda a los siguientes enlaces: