El gijonés del batallón
Jaime Machicado Llorente puede ser el único asturiano enterrado entre los 15 cuerpos que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica espera encontrar en la fosa común de Grandas de Salime.
Luchó por una causa y su nombre sale ahora a la luz con letras mayúsculas. Era Jaime Machicado Llorente, nacido en Ribadesella en 1909 pero vecino de Gijón y miembro destacado de CNT y FAI. Su cuerpo ha permanecido sepultado durante setenta años, se cree ahora que en la fosa común de Grandas, pero ni siquiera la tierra ha logrado borrar la historia de este asturiano.
El liderazgo le llegó a este gijonés de forma temprana. Su historia la personal y política la cuenta con datos precisos el presidente del Proyecto Todos los Nombres de Asturias, Luis Miguel Gómez González, que colabora como investigador con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Cuenta que la persona de Machicado ya era valorada antes de la guerra civil, pero que su presencia se hizo aún más notable cuando en 1937 y por petición de FAI fue nombrado comisario político del Batallón Galicia. Su rango era equiparable al del comandante Moreno, el último de los enterrados en la fosa de Grandas.
Pero más allá de su implicación política, Luis Miguel Gómez González también habla de su persona. Una buena parte del Batallón Galicia pudo salir por mar, pero él se negó. "Dijo que iba a correr la misma suerte que sus hombres". Así que el gijonés, que regresó a la ciudad para despedirse de una hermana suya, le explicó que iba a intentar salir por tierra. Sus hombres, a los que no quiso abandonar, le esperaban en Morcín. Era octubre de 1937 y la guerra la tenían perdida en el norte.
El plan, sin barcos disponibles en el puerto, consistía ahora en alcanzar a pie La Coruña con la esperanza de poder fletar allí un barco con el que alcanzar la costa francesa. En ese grupo de 15 personas que logró superar el Alto de El Acebo, en Grandas de Salime, se supone que caminaba Jaime Machicado Llorente. No pudieron avanzar mucho más, poco después serían asesinados tras ser localizados por los falangistas. El asturiano dejaba atrás a su mujer, Isabel Monte Cajigal, con quien tuvo un hijo también llamado Jaime.
El final de esta historia abre ahora otro capítulo con la exhumación emprendida por la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica en territorio asturiano. En la investigación han podido localizar a parte de su familia, una nuera y dos nietas. Una de ellas está previsto que visite hoy mismo el lugar donde fue enterrado su abuelo. Llegará, como ayer también lo hizo Germán Fernández, un gallego de Noia que apenas podía contener la emoción al pensar que su padre podría estar sepultado en el lugar. Es hijo de Maximino Martínez, ayudante del comandante Moreno, aunque ni siquiera pudo llegar a conocer a su progenitor. Cuando se marchó él, que nació el 2 de marzo de 1936, apenas tenía tres meses de vida. Reconoce que siente dolor al encontrarse en el lugar porque "hay heridas que nunca cicatrizan" y sobre todo le tortura "pensar cuánto pudo haber sufrido" Sin embargo, saber el paradero de su padre le da cierta "tranquilidad", al mismo tiempo que sentirá una "decepción" no encontrarlo en el lugar. Quiere saber lo que no supo nunca y no le gustaría esperar más tiempo para hacerlo.
Jaime Machicado Llorente puede ser el único asturiano enterrado entre los 15 cuerpos que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica espera encontrar en la fosa común de Grandas de Salime.
Luchó por una causa y su nombre sale ahora a la luz con letras mayúsculas. Era Jaime Machicado Llorente, nacido en Ribadesella en 1909 pero vecino de Gijón y miembro destacado de CNT y FAI. Su cuerpo ha permanecido sepultado durante setenta años, se cree ahora que en la fosa común de Grandas, pero ni siquiera la tierra ha logrado borrar la historia de este asturiano.
El liderazgo le llegó a este gijonés de forma temprana. Su historia la personal y política la cuenta con datos precisos el presidente del Proyecto Todos los Nombres de Asturias, Luis Miguel Gómez González, que colabora como investigador con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Cuenta que la persona de Machicado ya era valorada antes de la guerra civil, pero que su presencia se hizo aún más notable cuando en 1937 y por petición de FAI fue nombrado comisario político del Batallón Galicia. Su rango era equiparable al del comandante Moreno, el último de los enterrados en la fosa de Grandas.
Pero más allá de su implicación política, Luis Miguel Gómez González también habla de su persona. Una buena parte del Batallón Galicia pudo salir por mar, pero él se negó. "Dijo que iba a correr la misma suerte que sus hombres". Así que el gijonés, que regresó a la ciudad para despedirse de una hermana suya, le explicó que iba a intentar salir por tierra. Sus hombres, a los que no quiso abandonar, le esperaban en Morcín. Era octubre de 1937 y la guerra la tenían perdida en el norte.
El plan, sin barcos disponibles en el puerto, consistía ahora en alcanzar a pie La Coruña con la esperanza de poder fletar allí un barco con el que alcanzar la costa francesa. En ese grupo de 15 personas que logró superar el Alto de El Acebo, en Grandas de Salime, se supone que caminaba Jaime Machicado Llorente. No pudieron avanzar mucho más, poco después serían asesinados tras ser localizados por los falangistas. El asturiano dejaba atrás a su mujer, Isabel Monte Cajigal, con quien tuvo un hijo también llamado Jaime.
El final de esta historia abre ahora otro capítulo con la exhumación emprendida por la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica en territorio asturiano. En la investigación han podido localizar a parte de su familia, una nuera y dos nietas. Una de ellas está previsto que visite hoy mismo el lugar donde fue enterrado su abuelo. Llegará, como ayer también lo hizo Germán Fernández, un gallego de Noia que apenas podía contener la emoción al pensar que su padre podría estar sepultado en el lugar. Es hijo de Maximino Martínez, ayudante del comandante Moreno, aunque ni siquiera pudo llegar a conocer a su progenitor. Cuando se marchó él, que nació el 2 de marzo de 1936, apenas tenía tres meses de vida. Reconoce que siente dolor al encontrarse en el lugar porque "hay heridas que nunca cicatrizan" y sobre todo le tortura "pensar cuánto pudo haber sufrido" Sin embargo, saber el paradero de su padre le da cierta "tranquilidad", al mismo tiempo que sentirá una "decepción" no encontrarlo en el lugar. Quiere saber lo que no supo nunca y no le gustaría esperar más tiempo para hacerlo.
Paula Díaz
Publicado en: La Voz de Asturias, 12 de agosto de 2007.
Encontrado en: El cielu por asaltu
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